Comenzamos a trabajar en el apasionante ámbito de la gestión del agua dirigiendo proyectos y obras de perforación equipamiento de pozos. Entonces, las aguas subterráneas eran las parientes pobres de las superficiales. Y sus embalses, los acuíferos, sufrían en el silencio de lo invisible la contaminación que les llegaba.
Agua de pozos, ¡qué buen tema para un poema. Una silva se nos ocurrió para celebrar que hoy en día, los acuíferos están mucho más protegidos y los pozos desde los que se extraen aguas ufanas compiten con los canales y los embalses para dotar de más garantías a regantes, industriales y gestores de abastecimiento.
Los que nosotros ayudábamos a realizar eran profundos pero de pequeño diámetro. Los justo para que la bomba pudiese bajar a donde el agua mantenía su nivel dinámico. Una bendición para los sedientos cuando tras las pruebas, el agua salía espumeando de alegría para besar la tierra que circundaba el brocal.
Muchos años antes, recordamos los pozos de mayor diámetro perforados a mano para regar nuestra huerta familiar. Con su noria de cangilones y su burro girando sin parar. Aguas frescas y claras que saciaban nuestra sed desde el botijo.
A todos los pozos, dedicamos esta silva. Festejando el alumbramiento de aguas ufanas en beneficio de todos.
Lorenzo Correa
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