¿Qué puede hacer un ejecutivo del agua en el espacio fluvial?


Una de las incertidumbres más preocupantes del futuro del agua es la que se refiere al estado cualitativo de los cauces y a la preservación del espacio fluvial que les rodea. Preocupan tanto la  la contaminación como las afecciones de las inundaciones. Y ahora la figura del ejecutivo del agua se va imponiendo cada vez más en la administración pública gestora.

Por eso, cada vez son más las personas, los gestores y los gobiernos que no están seguros de saber con certeza si los cauces de su municipio, región o país mejorarán. Y ni siquiera  si  mantendrán, si ya lo poseen, su estado ecológico  o si su capacidad de transporte será suficiente el futuro.

Dejemos a un lado los países sin recursos. Como de ellos ya nos venimos ocupando en otros artículos,   centrémonos en países más avanzados poco húmedos. En ellos, cada vez son más los cauces que  presentan cantidades escasas de caudal durante casi todo el año y una carísima manera de mantener una calidad aceptable si disponen de colectores y depuradora. Porque al derivar las aguas residuales antes de llegar al cauce, provocan que circule menos caudal por él.

Casi todos tenemos una opinión formada sobre si la gestión del agua habría de ser pública o privada. Sobre todo en esta agria coyuntura en la que los “ejecutivos del agua” están ganando la partida (o así lo parece) a los administradores públicos del patrimonio hídrico.

Oí por primera vez utilizar en primera persona este entrecomillado calificativo a un ingeniero muy pagado de sí mismo. Había hecho su carrera en una empresa multinacional del agua. Y se atrevió por un tiempo a hacer de administrador público del agua, en un liderazgo con más voluntad que acierto. Era de esos profesionales que pretenden conjugar los negocios financieros con los del agua… un ejecutivo del agua, sí

Pero si preguntamos por el espacio fluvial, pocas personas (quizás también pocos ejecutivos del agua), sabría definir con exactitud de qué se trata y para qué sirve. El centro neurálgico de este espacio es el río Y un río no es un canal, una obra muerta, sino que es un sistema abierto, en el que confluyen tres afluentes. La hidrología (agua que entra al sistema). La morfodinámica (equilibrio del terreno frente a la erosión, debido al agua que circula por el sistema). Y la preservación de la vida (si existe cantidad y calidad suficiente en el flujo circulante y adecuada vegetación de ribera cuando no circula).

Además hay salidas del sistema, que son las diversas derivaciones existentes. Para algunos ejecutivos parece ser otra cosa, algo parecido a un canal por el que circula una materia prima susceptible de salir a concurso. Para dar beneficios o pérdidas a los accionistas de las empresas para las que trabajan. ¡O tempora o mores!... cuanto se echan de menos las catilinarias de Cicerón.

Si el sistema está equilibrado, es decir si hay suficiente agua de calidad, si entra más de lo que sale y los márgenes y el lecho son bastante estables frente a la erosión producida por los sólidos que lleva el agua en suspensión, entonces la vida está asegurada. Porque conseguimos el desiderátum del buen estado ecológico que marca esa norma legal europea tan citada hasta por los ejecutivos. Aquella que ha supuesto una revolución y algunas interpretaciones erróneas en la gestión hídrica de este continente.

Si alteramos cualquiera de los elementos que constituyen el sistema, todo se desequilibra y obtenemos un canal artificial, más o menos aseado. Para que circule un recurso más o menos necesario para la industria, el campo o el abastecimiento. O para que no circule nada, porque no hay vida en su seno. Para conseguir todo esto hay que contar con la colaboración activa de los terrenos adyacentes al río, o sea del espacio fluvial.

Por lo tanto, una definición del espacio fluvial sería la de la superficie de terreno que (aunque sea a veces de manera esporádica), es mojada cuando acontecen avenidas extraordinarias. O a causa de procesos naturales de tipo morfológico.

El hecho de que el río ocupe más de lo que suponemos (sobre todo cuando está vivo), es fundamental en la comprensión del concepto coachinguero de la seducción, en este caso, ambiental. Aquella que los seres humanos, ejecutivos del agua incluidos, experimentan ante un cauce en condiciones. Estética de la ribera autóctona. Del agua con nutrientes (macro y microorganismos). Y calado suficiente para que vivan los que habitan en el agua, auténticos fusibles del sistema, que demuestran si está o no equilibrado.

Además, el espacio fluvial es el pulmón del río, indispensable para su libertad y respiración. Por otra parte, el río es el laboratorio de la sociedad que la rodea: si está sano, la sociedad también. Si no… empiezan los problemas para todos y se acaba la seducción del bienser (supeditar lo que somos a lo que hacemos). Para comenzar el convencimiento del bienhacer (supeditar lo que hacemos a lo que somos).

La pregunta es ¿Quién vela por mantener o crear  o acrecentar esa seducción en el espacio fluvial?  Formalmente, entidades sin ánimo de lucro, ciudadanos comprometidos, organizaciones políticas que no gobiernan, desde luego. La administración, oficialmente, por supuesto. ¿Y los ejecutivos del agua?

Por ahora, no se les ve por los espacios fluviales con la misma intensidad que pululan por allá donde se halle un sistema de abastecimiento o saneamiento con clientes detrás. Lo que se ve  es que van proliferando por parte de muchas administraciones del agua los trabajos de definición, protección y restauración de espacios fluviales. Estos resultan imprescindibles para lograr una calidad de vida «ambiental». La que debe estar en sintonía con la que ya habrían logrado desde el punto de vista económico la mayor parte de los ciudadanos de la parte más próspera del planeta.

En estos trabajos se efectúa un diagnóstico hidráulico y ambiental de la cuenca que permite definir las zonas que delimitan el espacio fluvial. Y ello es indispensable para poder gestionar de manera adecuada nuestros ríos. También se delimitan las zonas inundables para diversos períodos de retorno y se definen zonas dentro de ese espacio con sus usos permitidos y prohibidos.

En el caso español, ya hace 7 años que se modificó el reglamento del dominio público hidráulico en lo que a delimitación de zonas inundables se refiere. Y se mantuvieron las zonas en el espacio fluvial de dominio público hidráulico, servidumbre y policía (esta con alguna modificación realizada más adelante). A ellas se añadieron las de fuljo preferente e inundable.

Se define la zona de flujo preferente como:

 La zona constituida por la unión de la zona o zonas donde se concentra preferentemente el flujo durante las avenidas, o vía de intenso desagüe, y de la zona donde, para la avenida de 100 años de periodo de retorno, se puedan producir graves daños sobre las personas y los bienes, quedando delimitado su límite exterior mediante la envolvente de ambas zonas. Se considerará que pueden producirse graves daños sobre las personas y los bienes cuando las condiciones hidráulicas durante la avenida satisfagan uno o más de los siguientes criterios:

  1. a) Que el calado sea superior a 1 m.
  2. b) Que la velocidad sea superior a 1 m/s.
  3. c) Que el producto de ambas variables sea superior a 0,5 m²/s.

Se entiende por vía de intenso desagüe la zona por la que pasaría la avenida de 100 años de periodo de retorno sin producir una sobreelevación mayor que 0,3 m, respecto a la cota de la lámina de agua que se produciría con esa misma avenida considerando toda la llanura de inundación existente.

Es la exhaustiva compartimentación de la parte más “peligrosa” del espacio fluvial que observamos en la figura. Diferencia la zona de flujo preferente de la zona inundable. Y «marca» con claridad la zona de riesgo y peligro. También establece criterios de gestión bastante claros en cuanto a usos permitidos y aspectos relacionados con la protección civil.

Solo queda decidir quién lo gestiona, ya que su protección exige la atención  y la intervención de un gestor competente. Y además devenga unos gastos de mantenimiento que alguien tendrá que sufragar. Hay que tener en cuenta que el por tantos deseado renacer de nuestros ríos es una tarea de todos. Y que, por esta razón debemos respetar y hacer respetar el espacio fluvial como reflejo de la sociedad moderna y avanzada a la que todos nos enorgullecemos de pertenecer.

Al ser uno de los principales activos ambientales, sociales y también económicos de las poblaciones ribereñas, es responsabilidad de todos su conservación.  Sin embargo, este activo ambiental, no acaba de tener todo el protagonismo que merece. Porque su gestión es cara y costosa. No solo, como les parece a muchos, hay que definirlos y establecer un criterio claro de usos, sino que también hay que mantenerlos, controlarlos y ejercer autoridad sobre quien no los respete.

Esperemos que, siguiendo el signo de los tiempos, también supongan oportunidades de negocio para ejecutivos acuáticos del futuro. Sobre todo ahora que ya los funcionarios del agua en las modernas administraciones hídricas son una especie en vías de extinción. Así podrán ayudar a las administraciones a soportar la carga de su conservación.

Sin cesar se publican artículos y libros sobre la historia del abastecimiento y del saneamiento. Como ambos ya tienen una edad,  dan para contar pormenorizadamente la secuencia de avances tecnológicos que han permitido su implantación universal allá donde hay clientes que pagan las facturas. Porque ambos sectores pueden ser negocio.

En ellos, todos pretenden que  las historias que narran puedan servir a las jóvenes generaciones para alcanzar instrumentos de gestión y dirección de los recursos hídricos más expertos y adecuados a los retos que éstos presentan. Algunos incluso aprovechan para  hacer publicidad de sus empresas.

Nos gustaría mucho que a esas lindas historias, que venden mucho, se unieran las que cuentan el deterioro de los espacios fluviales. Y lo que falta por hacer para recuperarlos, ampliando el foco para que se vea todo el paisaje. Porque la materia prima que se bebe, se usa para regar y fabricar y para la industria, es modelada en el espacio fluvial.

¿Serán un reto los espacios fluviales para los ejecutivos del agua que vienen? ¿Veremos algún día el desembarco de los ejecutivos del agua también en los espacios fluviales?

Lorenzo Correa

Safe Creative #1608240244452

¿Te interesa la gestión del agua desde la perspectiva del coaching?

Contacta con nosotros para más información sobre la participación de Lorenzo Correa en charlas, conferencias, formaciones o debates a nivel internacional.

Recibe un email semanal con nuestras publicaciones

Te das de baja cuando quieras.


Deja un comentario