Las obras hidráulicas tienen, aunque no lo parezca, su «aquel» poético. El dique de contención, también llamado de abrigo, es la prenda que más protege a las personas y los bienes defendibles del puerto.
El dique amigo no hace otra función que la de un muro de contención que retiene las aguas enfurecidas y se deja lamer por las mansas. Por eso el ingeniero lo proyecta y muchas personas lo construyen. Para detener la furia de algo que se considera perjudicial. El embate de la mar enfurecida que, sin su presencia activa, acabaría destrozando o deteriorando lo que el puerto alberga.
Barcos alojados en los muelles, cuyos armadores y capitanes respiran tranquilos cuando sopla el viento indomeñable de la tormenta. Dique amigo de marineros y estibadores, que pueden trabajar sin sobresaltos. Generador de aguas calmas y amortiguador de excesos climáticos. Buena obra para que unos versos la ensalcen con cariño, en una séptima salada y tranquilizadora. De aviso para navegantes en días convulsos
Lorenzo Correa
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