A un dique amigo. Un poema de Lorenzo Correa


Las obras hidráulicas tienen, aunque no lo parezca, su «aquel» poético. El dique de contención, también llamado de abrigo, es la prenda que más protege a las personas y los bienes defendibles del puerto.

El dique amigo no hace otra función que la de un muro de contención que retiene las aguas enfurecidas y se deja lamer por las mansas. Por eso el ingeniero lo proyecta y muchas personas lo construyen. Para detener la furia de algo que se considera perjudicial. El embate de la mar enfurecida que, sin su presencia activa, acabaría destrozando o deteriorando lo que el puerto alberga.

Barcos alojados en los muelles, cuyos armadores y capitanes respiran tranquilos cuando sopla el viento indomeñable de la tormenta. Dique amigo de marineros y estibadores, que pueden trabajar sin sobresaltos. Generador de aguas calmas y amortiguador de excesos climáticos. Buena obra para que unos versos la ensalcen con cariño, en una séptima salada y tranquilizadora. De aviso para navegantes en días convulsos

Dique

Lorenzo Correa

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